Hoy la Policía Nacional del Perú (PNP) enfrenta el momento más crítico de su historia. El 2024 se perfila como un año que marca un sombrío hito para esta institución, sumida en escándalos y descrédito. Las denuncias son constantes: policías que colaboran con el crimen organizado, inacción frente a denuncias en las comisarías, y una total falta de estrategia para combatir delitos como el sicariato. Incluso, hemos sido testigos de casos atroces de policías involucrados en violaciones y asesinatos, o formando parte de bandas delictivas.
A este panorama se suma una cifra alarmante: entre enero y octubre de 2024, el Perú ha registrado 1.493 homicidios, según el Sistema de Información de Defunciones (Sinadef) del Ministerio de Salud. De mantenerse esta tendencia, se superará con creces el récord de 2022, que ya era preocupante con 1.516 víctimas fatales.
El Ministerio del Interior tampoco escapa al cuestionamiento. Su titular enfrenta graves denuncias de incapacidad y negligencia en el ejercicio de sus funciones. Incluso, se ha solicitado su inhabilitación para ejercer cargos públicos por una década. Este ministro, tristemente recordado por anunciar la captura del supuesto número dos de Sendero Luminoso, terminó humillando a la institución con su errónea declaración. Una vez más, la PNP quedó en ridículo ante los ojos de la ciudadanía.
El uniforme de la Policía, antaño símbolo de honor y servicio, hoy está manchado por corrupción y desidia. Los herederos del "titán de Carcabón" han permitido que la institución se convierta en la de peor imagen pública del país.
Sin embargo, aún existen policías honestos que luchan contra la corriente, enfrentando un sistema colapsado que, en lugar de apoyarlos, los ahoga. Por ellos, la PNP necesita algo más que una simple reestructuración: requiere una refundación total. El lema "Dios, Patria y Ley" debe recuperar su verdadero significado.
Pero, con un gobierno carente de liderazgo y visión, este objetivo parece una quimera. Mientras tanto, la inseguridad crece y el país sigue esperando un cambio que, con cada día que pasa, parece más lejano.
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